martes, 22 de diciembre de 2009

El Fantasma de la mañana.

martes, 22 de diciembre de 2009
Usualmente las almas lamentantes vagan sólo por la noche, así pueden evitar ser interrumpidos o encontrados por más personas, es su extraña forma de ocultarse... la mayoría de ellas detesta tanto su vida que prefieren evadir todo lo que les recuerde a ello, por eso es que a veces llegan a asustar a otras personas, no es que les quieran hacer daño, simplemente quieren estar solos.

Pero... de todos los fantasmas había uno en particular; el no salía por la noche porque le daba miedo la obscuridad; en vez de eso vagaba durante el día; la demás gente lo veía, no sentían que hubieres nada fuera de lo normal, puesto que el era justo como los demás, no se transparentaba, no volaba; la única diferencia es que ya no respiraba, no necesitaba de comer, su corazón había dejado de latir. Solía pasearse por la plaza a diario; tal y como lo hacía mientras estaba vivo; nadie notaba su existencia, en efecto, él estaba ahí, pero nadie lo percibía; todos estaban demasiado ocupados como para interesarse en una persona que murió hace mucho, cuya alma seguía vagando por esos rumbos.

El pobre fantasma del día estaba cansado de su rutina; y a diario se preguntaba cuando sería el momento en que por fin podría descansar.

Se sentaba en una banca en el lago dejaba su sombrero y su bastón a un lado, sacaba un bolillo de su bolso y comenzaba a darle de comer a los patos, éstos no tenían de nada que preocuparse, en realidad tampoco lo lograban ver, pero se sentían felices de ver como de repente caía comida de un lugar desconocido, solían aletear en señal de orgullo, el pobre fantasma se limitaba a sólo sonreír, mientras sus queridos patos comían, miraba al horizonte, el sol esta por caer, y la noche esta cerca, el tendría que regresar de nuevo a su hogar, antes de que la noche lo lograra alcanzar.
Tomó su bastón, agarro su sombrero y se puso a caminar.

En su camino encontraba otros fantasmas, con los cuales nunca hablaba, todos ellos estaban bastante ocupados, lamentándose de su existencia, de todo lo que hicieron en su vida y de como siguen sufriendo incluso después de esta.

Llegando a su casa colgó su sombrero en el perchero de la entrada dejo a su bastón descansar, prendió una vela y empezó a subir las escaleras; todo esto tal y como lo solía hacer mientras vivía; siempre había estado solo, sin familia ni amigos, sin nadie que le importara, sin nadie que se hubiese dado cuenta de su deceso; sobre el sillón de la sala estaba su cadáver; con un libro entre sus manos, se había recostado en el respaldo; pareciera que solo estaba dormido y que en realidad seguía vivo. Entró a su alcoba, se quito la ropa, dejo la vela en su buró, y no la apagó, empezó a llevar las sábanas hacía su cuello y se durmió, era extraño, puesto que dormía, pero ya no soñaba, no podía hacerlo puesto que no tenía nada que esperar; ningún deseo para el futuro, puesto que para él, el futuro ya había pasado.

Era otro día, se vistió, apagó la luz de la vela, sólo con pasar su mano, puesto que era todo frío desde que había fallecido, tomó su sombrero y su bastón y como siempre a la plaza salió.

Estaba una vez más en la banca con sus patos, no se daba cuenta que, no eran los mismos, algunos ya habían decaído, justo como él lo hizo, sin ser recordados; entonces a lo lejos divisó, a un joven que se acercaba cabizbajo, llevándose las manos a la cabeza, en señal de desesperación, estaba algo acelerado, se sentó a un lado del fantasma, con la cabeza hacía el suelo, respirando por suspiros, profundamente, como si se tratase de de algo que le sucedió, alguna relación humana en la cual hubo una complicación. Levantó la cabeza, tratando de recobrarse, respiró hondo una vez más y volteo a un lado para observar a su acompañante, "Buenos días señor", le dijo con una sonrisa histérica, llena de dolor, "Buenos días", le contestó, "Y gracias", continuó, en ese momento el fantasma de la mañana desapareció, fue entonces que se dio cuenta el joven que lo acompañaba, que lo único que necesitaba el fantasma, era un poco de atención...

jueves, 3 de diciembre de 2009

GRITA!

jueves, 3 de diciembre de 2009
Puedo ver lo triste que es mi vida
desde cierto punto de vista...
cada vez que surge algo nuevo
sufro con el dolor que siento...
aquí en mi pecho...

No hay nada que se pueda hacer...
yo nací para ser infeliz...
el mundo se burla de mi...
cada vez que trato de entender... que...

No hay nada más por que luchar...
No existe ninguna posibilidad...
No vale la pena intentar...

Y aun así aquí sigo...
liberando ese sentimiento
es tan fuerte su latido...
es tan difícil contenerlo...

Porque cuando todo sale mal...
cuando no queda nada más...
lo único que puedes hacer es...
GRITAAAAAAAAAAAAAR!!!!

Deja que escape de tu cuerpo
que se liberen todos esos sueños
que el mundo sepa que aunque has caído
y aunque seguirás cayeando...

No hay nada en el universo que te impida...
volver a intentarlo mañana...
 
Poemas de Amor De una Mente enferma. © 2008. Design by Pocket